LA VENDEDORA DE CERILLAS
Nurieta González Sebastiá
Dibujos: Ramón Gutiérrez Arroba
Una niña, descalza, en medio de la
nieve, en el crudo invierno y en Navidades; así es la protagonista de esta
historia. Su cometido era vender cerillas. Hacía tanto frío que, al no haber
vendido ni una cerilla y pensar que iban a castigarla por no haberlo hecho,
encendió una. Y la cerilla se apagó justo cuando ella comenzaba a sentir el
calor de una estufa. Encendió una segunda cerilla y comenzó a ver mucha y
riquísima comida que desapareció al apagarse esa segunda cerilla. Así hasta que
no quedó ninguna cerilla y la niña murió en mitad de la noche. Le consolaban
las visiones que tenía según iba encendiendo las cerillas y veía la cálida
figura de su abuela.
Este cuento contado así o de forma
parecida, es fácil que pertenezca a una persona deprimida o que lo estaba en la
época en la que quería escuchar este cuento. Justamente un cuento que no tiene final
feliz. Como los cuentos reflejan todas las preocupaciones y ansiedades de los
niños, necesariamente tiene que haber algún cuento totalmente triste en el que
la muerte es el final. Hoy sabemos de las depresiones infantiles mucho más frecuentes
de lo que podía saberse cuando este cuento empezó a contarse. Pero había
entonces, igual que ahora, niños deprimidos que no tenían esperanza y que se
sentían reconfortados por una historia en la que se veían reflejados.
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