LA BELLA DURMIENTE
Nurieta González Sebastiá
neta@cph-es.com
nurieta.gonzalez@hotmail.com
Dibujos: Ramón Gutiérrez Arroba
Hace mucho, mucho tiempo, vivían un
rey y una reina que cada día decían: “¡ay, cuándo tendremos un hijo!”
El tiempo es fundamental en los
cuentos. Siempre se desarrollan en un tiempo pasado lo bastante lejano como
para que el niño se sienta seguro. Pero en un tiempo concreto. Y, además, hay
un tiempo para el inicio, otro para el desarrollo y finalmente existe el tiempo
del desenlace. Igualmente hay un clímax en las historias. Un momento en que el lobo se come a Caperucita o en que el Príncipe besa a la Bella Durmiente. Son momentos de
alta intensidad emocional. El desenlace de nuestros problemas va precedido
muchas veces de crisis. Son crisis de destrucción o de apertura a cosas nuevas.
El niño aprende la estructura y los límites temporales a los que está sujeto
toda su vida, así como a soportar momentos de terror o de excitación como pasos
que dan lugar a un cambio en las condiciones previas. Y lo aprende sin mandatos
explícitos. El tiempo está inscrito en el cuento como parte fundamental y, por
esta razón, es una ayuda más para que el niño pueda incorporar el tiempo en
todas sus significaciones. Está el tiempo como límite porque hay un final. Y
está el tiempo como desarrollo, como ayuda para ir pasando de una situación a
otra, para ir solucionando y aceptando conflictos del desarrollo y
acontecimientos de la vida.
Con frecuencia vemos personas que no
tienen estructurado este límite temporal. No saben cuánto tiempo les va a
llevar un trayecto urbano, cuánto tiempo necesitan para despejarse por la
mañana y desayunar. Hay personas perseguidas por el tiempo. Hay personas que
utilizan y destruyen el tiempo ajeno, haciéndolas esperar, citándolas y
olvidándose después de haberlas citado, abandonando, dejando plantados a otros.
Y hay personas tan rigurosas con el tiempo, tan extremadamente preocupadas por
no hacer esperar que se adelantan angustiadas a las citas. Desde luego, no es
en los cuentos en donde vamos a poder trabajar más estos aspectos del límite
inicial de la vida, el tiempo, pero sí vemos que en los cuentos los niños
aprenden a incorporar el tiempo.
En este cuento una rana predice a la
reina que dará a luz una niña increíblemente hermosa. Al nacer, el rey comunica
su enorme alegría dando una gran fiesta a la que estarán invitadas las hadas
del reino, además de familiares y amigos. Las hadas hacen regalos a la niña, de
cualidades maravillosas como la virtud, la belleza, pero...la felicidad no
podía ser total. El rey se ha olvidado de invitar a un hada y ésta entra de
repente en la fiesta con la intención de vengarse y dice: cuando la hija del
rey cumpla quince años se pinchará con un huso y morirá.
Pero la maldad de esta hada, que se ha
apresurado por el disfrute que le produce su venganza, va a ser atenuada por la
paciente bruja buena que todavía tiene que ofrecer su regalo, la única que
queda por hacerlo. Y esta bruja dice: la princesa no morirá sino que caerá en
un profundo sueño que durará cien años.
Como era de suponer los reyes disponen
todas las medidas protectoras posibles y destierran todos los husos del reino.
Pero la maldición tiene que cumplirse. De nuevo tenemos a los pequeños lectores
ansiosos por saber qué va a pasar. Ni por un momento dudan de que la maldición
se va a cumplir. Es decir que, por muchas medidas de protección que sus padres
pongan a su alrededor, nunca está conjurado el peligro.
Por eso, porque no todos los peligros
van a poder ser evitados por los padres, la protagonista del cuento va a
descubrir en una estancia que no se usa habitualmente, un huso y se va a
pinchar. En seguida cae en un profundo sueño y todo el palacio con ella. Todo
queda en suspenso. Otra imagen bellísima. Todo un palacio (¡o un reino!) en
suspenso con una princesa dormida.
Empiezan a crecer arbustos y zarzas
alrededor del palacio que queda casi escondido a cualquier mirada, ningún
viajero puede verlo. Hasta que un príncipe se aventura en medio de todos esos
obstáculos y llega a la princesa, la besa y la despierta.
Nos hemos encontrado casi siempre con
alumnas que destacaban la pasividad con la que se vivían y de la que saldrían
rescatadas por un príncipe. Una pareja para salvarse parecía ser su guion. Se
trata de un guion bastante extendido entre las mujeres y se da también en otros
muchos cuentos: una pareja, un príncipe y tener hijos serán la finalidad de la
vida, lo que le dará sentido. También en este caso es posible, a través del
trabajo con el cuento, airear estos mensajes escondidos bajo capas posteriores
en las que la racionalización los esconde porque no pueden ser aceptados en
nuestro momento histórico, tan diferente de cuando los cuentos fueron
concebidos.
En este cuento está presente toda la
temática de la adolescencia y el despertar sexual. La maldición de la bruja va
a llegar el día que la princesa cumpla 15 años y pinchándose va a sangrar. Es
una metáfora de la primera menstruación. Los conflictos de esa época de la vida
van a quedar ocultos hasta el despertar a través del príncipe. Además de la
pasividad y la espera de esa pareja salvadora, algunos alumnos han destacado lo
difícil que se lo ponen a sus príncipes que deben adivinar donde se encuentran
y llegar a ellos o ellas a través de la maleza y las zarzas.
En una ocasión una alumna eligió este
cuento para trabajar porque sabía que era su preferido en la infancia y
honestamente quiso trabajar sobre él. El resto del grupo se sorprendió y
entendió al instante gran parte de su trayectoria vital. Era la alumna más
militante en cuestiones de género. Exigía el uso de un lenguaje inclusivo y
tenía una actitud vigilante sobre los fallos de los terapeutas en este sentido.
Descubrir en su interior la latencia de esa pasividad que la asustaba
enormemente y le hacía estar siempre vigilante podía darle una comprensión y
una manera de vivir su feminismo mucho más completa y tranquila.
En algunas versiones del cuento, el
príncipe salvador descubre a la princesa y se casa con ella en secreto. La
encuentra ataviada con vestidos lujosos pero anticuados puesto que lleva cien
años dormida. Y oculta este matrimonio por miedo a su madre que es una ogresa.
Esa ogresa quiere matar y comerse a los hijos de la Bella Durmiente y su hijo,
el Príncipe. Y después quiere hacer lo mismo con la bella. Encarga la muerte y
el cocinado a un servidor y éste se apiada y cocina con todo el cuidado a
un animal para que a la ogresa le resulten deliciosos y piense que se los ha
comido, no cumpliendo con el mandato de la ogresa. Como no podía ser de otro
modo, la terrible ogresa descubre el engaño y se dispone a ejecutar su
plan incluyendo ahora a ese mayordomo que le ha engañado. Pero en el último
momento aparece el príncipe que estaba en la guerra y detiene la matanza. La
ogresa se tira a la hoguera en donde iba a cocinar a sus nietos y a su nuera,
la Bella Durmiente. Es curioso que en esta versión no hay ese final feliz con
el casamiento sino que sigue el argumento con el horror de una terrible ogresa,
similar a las madrastras, que disfruta destruyendo e incluso sádicamente
caníbal, quiere comerse a todos. Una idea de maldad muy primitiva, que
corresponde a una infancia primera. Nunca hemos trabajado en ningún taller con
esta versión de la historia. Parece que, superado el hechizo de los cien años,
ya tiene bastante el lector del cuento y hay otros muchos cuentos de madrastras
y brujas que quieren la muerte de los niños.
Es frecuente oír decir, como si fuera
una broma, a los padres de hijos adolescentes: ojalá se durmiera y despertara
dentro de unos años. El encantamiento es, a su vez, un profundo deseo de los
padres asustados frente a hijos que empiezan a tener aventuras íntimas de
carácter sexual cuando todavía no han podido desarrollar la madurez suficiente
como para poder prever las consecuencias de sus actos. Y es también
representativo del miedo del adolescente frente a los ogros y ogresas que se
oponen a su voluntad y son vistos como terriblemente destructores porque se
oponen a sus deseos, deseos violentados cuando más fuertes son en el desarrollo
de la personalidad y cuando tienen un estatus de certeza. El adolescente
piensa: la realidad tiene que ser como yo la deseo. Y los padres, asustados,
piensan: ojalá se durmiera unos años.
Cuando se ha decidido con qué
personaje polar va a trabajar el participante, podíamos elegir entre el
príncipe y el hada mala. Podemos decir que, como este taller se realiza en el
transcurso de un proceso largo, los participantes se conocen y en seguida
sugieren cuál es el opuesto que debe trabajar el alumno. Así, en unos casos
será el príncipe para explorar la parte activa que busca lo que quiere, que va
al mundo e intenta realizar sus objetivos (es decir, la actividad frente a la
pasividad) y, en otro, el hada malvada para explorar el deseo vengativo frente
a la inocencia en la que se vive el que está trabajando este cuento.
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