EL PATITO FEO
Nurieta González Sebastiá
Dibujos: Ramón Gutiérrez Arroba
Una mamá pato tiene patitos, unos
huevitos de los que salen unos patitos amarillos muy bonitos, menos uno que es
feo. Y así se vive, feo, hasta que un día descubre su reflejo en un estanque y
ve reflejado un cisne en todo su esplendor. Un alumno dice del patito feo:
“hasta que no se ve él, no lo valoran”. Y una alumna dice al hablar de sí y de
su patito: “Yo me fui de una familia a otra, como en el Patito Feo”.
La humillación y la vergüenza de
sentirse feo o fea y poco agraciado tiene en esta historia su máximo exponente.
Y muchos niños se han vivido así, comparándose con hermanos más guapos. Y en
todas las historias de niños que se sienten inferiores hay fantasías de que la
situación se dé la vuelta y acaben brillando más que los que ahora están siendo
menos valorados. Esta fantasía se cumple en el cuento y consuela al niño que
por alguna razón se siente patito feo.
Algunos participantes tienen problemas
con este trabajo y con cualquiera de los trabajos con cuentos que supongan
trabajar con dramatizaciones, sillas vacías, partes diferentes de sí. Aquí
exponemos ejemplos de trabajos realizados, pero queremos señalar que el mismo
hecho de no poder trabajar los cuentos, de no poder recordar cuentos, o cualquier
otra dificultad puede ser examinada, recogida y elaborada.
Un ejemplo de lo anterior puede
suceder con participantes con marcadas defensas disociativas. A estos les
cuesta partir de un personaje para construir el opuesto. No saben muy bien
quiénes son, tienen problemas con su identidad. Una alumna lo expresa así, “no
sé cómo es el patito feo, no sé cómo soy yo y no me salía hacer el cisne por
oposición al patito”. Esta dificultad aparece en algún participante de los
grupos.
En personas muy tímidas puede haber
dificultad de exponerse. No es necesario hacer sillas vacías o dramatizaciones.
No tenemos ninguna necesidad de ir más allá de lo que la persona puede. El
simple hecho de leer el cuento en primera persona ya es un estupendo
trabajo.
Igualmente, resulta difícil trabajar
con cuentos, cuando en la infancia no ha habido juego, cuando la espontaneidad
ha sido aplastada. La persona se puede quedar bloqueada al tener que dejarse
llevar espontáneamente en una representación de roles, o en un trabajo corporal,
o en alguna otra manifestación, incluyendo las artísticas como arcillas o
dibujo o baile. Es necesario respetar siempre estas dificultades y animar al alumno
a participar hasta donde le sea posible. Es bueno recordar al grupo que no
estamos en una fiesta de disfraces ni tampoco en ningún trabajo competitivo de
quién hace mejor esto o lo otro. Un muy pequeño contacto con un lobo feroz o
con un patito feo, una frase o un gesto, puede significar años de
elaboración para un participante, mientras que otro, dramatizando,
representando el papel de manera exagerada puede no obtener nada en absoluto,
aunque se divierta y lo pase muy bien. Hacemos estas observaciones porque con
frecuencia el ambiente aparente de este trabajo es de disfrute y juego (aunque también
haya lágrimas) y las personas a las que cuesta más este tipo de proceso pueden
sentirse excluidas. Les recordamos en alguna ocasión que el trabajo es
absolutamente serio como lo es la actitud del niño frente al cuento. El niño,
además, se divierte muchas veces y nosotros también.
No hay comentarios:
Publicar un comentario